Elisa Lam
Es
curioso como a veces algunas historias o noticias, aunque sean aparentemente
normales dentro de determinados parámetros, pueden provocar en nuestro interior
una sensación de enorme desasosiego e inquietud. Cuando una de estas historias
aparece ante cualquiera de los estamos ávidos de conocimiento, una alarma salta
en nuestro cerebro para indicarnos que tras esos hechos hay algo más, mucho
más. Esta especie de flash intuitivo le sucedió a este que os escribe hace casi
exactamente un año. Buceando en la red y enfrascado en la búsqueda de historias
para el Octavo Pasajero me topé con la de Elisa Lam. No me preguntéis por qué,
pero algo me decía que tras aquella luctuosa pero a fin cuentas noticia de
sucesos, había algo que no cuadraba de ninguna de las maneras y escondía algo
más. Así que decidí que esta debía de aparecer en mi blog y que le haría un
seguimiento porque estaba seguro de que iba a surgir algo más con el tiempo y vaya
si surgió.
Todo
empezó el 19 de febrero de 2013, tras las ya numerosas quejas de los huéspedes
del Hotel Cecil de Los Ángeles, California, por el mal sabor del agua. Estos
afirmaban que al beber agua o cepillarse los dientes su sabor era nauseabundo y
el color como que era un poco extraño. Ante semejante panorama la dirección del
establecimiento ordenó a sus empleados de mantenimiento que revisaran los
depósitos de agua situados en la parte alta del edificio. Los operarios se
dieron cuenta muy pronto de la causa de ese mal sabor del agua, no era otra
cosa que el cadáver descompuesto de una mujer que se hallaba en el fondo del
tanque. No quiero ni pensar en el momento en el que los huéspedes supieron los
verdaderos motivos de sus quejas...
El
cuerpo era el de la joven Elisa Lam, una turista canadiense de 21 años de edad.
Según la declaración de sus padres, la chica llevaba desaparecida desde el 31
de enero, día en el que les realizó su última videoconferencia a Vancouver,
Canadá. Tras no poder contactar con ella, estos formularon la pertinente
denuncia de desaparición ante las autoridades de Los Ángeles, estos
inmediatamente se pusieron manos a la obra en su búsqueda. En la habitación de
la chica no se encontró nada que pudiese hacer pensar a los investigadores en
una desaparición involuntaria, todo estaba en su sitio y en perfecto orden.
Durante las tres semanas siguientes hasta el día del hallazgo no hubo ninguna
novedad sobre el caso, eso si exceptuamos el fantasmagórico asunto del vídeo
del ascensor.
El ascensor
La
policía solicitó a los responsables del hotel todos los videos de las cámaras
de seguridad que cubriesen las instalaciones del establecimiento. Las imágenes
de Elisa son rápidamente localizadas en la grabación de una de las cámaras de
los ascensores. El video no podía ser más extraño, durante casi cuatro minutos
la joven hizo gala de un comportamiento
absolutamente anómalo. En los primeros momentos Elisa entra en el
ascensor, pulsa una serie de botones para subir a su planta y por alguna u otra
razón la puerta del elevador no se cierra a pesar de los intentos de la joven.
A partir de ese instante Elisa comienza a asomarse al pasillo como si hubiese
alguien o algo allí afuera. Presa de un miedo aparentemente irracional comienza
a pegarse a la pared del ascensor como intentando ocultarse de una presencia
invisible.
Casi
a los dos minutos del video, la turista canadiense empieza a mover los brazos
de forma extraña, como si palpase algo invisible a su alrededor y a su vez se
comunicara con él. Finalmente Elisa huye del ascensor como alma que lleva el
diablo, poniéndose el aparato inmediatamente en marcha y con una supuesta total
normalidad, eso si obviamos que en cada planta que el elevador abre sus puertas
no hay absolutamente nadie para acceder a él. Es de suponer que en esos minutos
Elisa recorrió a pie sus últimos metros hacia su fatal destino en el tanque de
agua, donde desde luego aparecen más incógnitas que iremos analizando.
Video del ascensor del Hotel Cecil
Tras
el visionado de los vídeos por la policía todo hacía indicar que la joven
podría estar bajo los efectos de alguna droga o en pleno episodio psicótico.
Todos estos aparentes indicios se desvanecieron tras los resultados de la
autopsia y que desde luego fueron absolutamente contundentes al respecto. En el
cuerpo de la chica no se encontraron restos de ninguna sustancia
estupefaciente, alcohol o medicamentosa, estaba absolutamente limpia. Tanto por
su historial médico como por los testimonios de sus familiares no existía
antecedente alguno de enfermedad o desorden mental o psicológico. Otro dato
importante sin duda es que en los resultados de la autopsia tampoco se encontró
ningún signo visible de lesión por traumatismo u otra causa, el misterio no
hacía más que crecer.
Todo
hace indicar que Elisa Lam se suicidó arrojándose al tanque de agua, algo que
también se antoja realmente complejo si tenemos en cuenta determinadas
circunstancias e interrogantes para acceder hasta el lugar donde apareció.
Para
empezar la puerta que daba acceso a la azotea de los tanques contaba con un
sistema de alarma totalmente operativo y que habría tenido que saltar en el
momento en que la puerta fuese abierta o forzada. La alarma no saltó en ningún
momento, así que nadie pudo percatarse de que había alguien allí arriba.
Otro
hecho extraño y difícilmente explicable es que para acceder al interior del
depósito habría que levantar una tapa con un peso muy parecido o superior al de
la propia Elisa Lam. Como ya os estaréis dando cuenta, los interrogantes sin respuesta empiezan a agolparse
uno detrás de otro. ¿Fue un suicidio? ¿Acaso un asesinato? ¿Por qué ese
comportamiento tan sumamente extraño? ¿Qué le sucedía al ascensor? ¿Cómo pudo
acceder a la azotea y posteriormente al depósito de agua? El departamento de
policía consideró el caso como "muerte accidental por ahogamiento" Todo
de lo más extraño ¿no os parece?
Pues
bien, una vez que ya tenemos todas los interrogantes encima de la mesa,
coincidiréis conmigo que hay sin duda algo que no cuadra ni mucho menos en toda
esta historia. ¿Y si quizás este lugar, la zona o el edificio en sí ocultasen
algo? Había que darle respuesta a esa cuestión, así que me puse a rebuscar en la red algo sobre el
escenario de estos inquietantes hechos. Si la cosa hasta ahora era sorprendentemente
extraña, lo que encontré indagando tan solo un poco sobre el Hotel Cecil y lo
que ha sucedido allí a lo largo de las décadas es de absoluta traca. Pero
veamos que hay de extraño en ese hotel.
El
Hotel Cecil
Este
hotel se ubica en el 640 de Main Street, en la zona de Skid Row, Los Ángeles, se
trata de un establecimiento de 600 habitaciones, aunque originalmente eran 700,
fue inaugurado en 1920 y orientado mayormente a hombres de negocios que se
encontraban de paso por la ciudad y por un espacio corto de tiempo. Con el paso
de los años y la aparición de nuevos hoteles más modernos comenzó su decadencia
y sus propietarios optaron por una política de precios baratos para estancias
largas, básicamente se convirtió en un enorme hostal más que hotel. Esto
provocó que el nivel de la clientela bajara muchos enteros y que comenzaran a
hospedarse personas digamos poco recomendables.
La
primera conexión del Hotel Cecil con la crónica negra estadounidense se dio en
1947, fue en el último lugar donde se vio con vida a la triste protagonista de
uno de los asesinatos más mediáticos y terribles de la época, el de la
bellísima Elizabeth Short que a sus vez era la imagen del Cecil. Sus restos
fueron hallados en un solar abandonado, el cuerpo estaba horriblemente
mutilado, eviscerado y seccionado en dos. Claramente el crimen era obra de un
psicópata, que antes de culminarlo se había deleitado con terroríficas torturas
sobre la desdichada chica, la cual fue apodada a partir de entonces como la
“Dalia Negra”. El crimen jamás se pudo resolver a pesar de los intentos del
propio asesino psicópata por que se le investigara y apresara, cosa que no
sucedió. A partir de entonces el Hotel Cecil se ganó la mala reputación de
albergar personas dedicadas al crimen en todas sus variantes.
El
siguiente “altercado” de la lista tuvo lugar en el año 1962. Una mujer de 27
años llamada Pauline Otten saltó por la ventana con la intención de suicidarse,
cosa que consiguió desde luego, pero con la mala fortuna de caer sobre un
peatón que pasaba por allí provocando la muerte en el acto de ambos.
Dos
años después del incidente de la Srta Otten, otra mujer residente en el hotel,
la telefonista jubilada Goldie Osgood que por su afición a alimentar y cuidar
las palomas era conocida por los vecinos de la zona de la cercana Plaza Pershing
como “Pigeon Lady”, la Dama de la Paloma, fue encontrada muerta en su
habitación del Cecil el 4 de junio de 1964. Había sido violada, estrangulada y
salvajemente apuñalada, su crimen a día de hoy sigue sin resolverse. Como veis
el hotel era de lo más entretenido, pero no os preocupéis que pasaron muchas
más cosas en este entretenidísimo hotel.
Durante
los años 1984 y 1985 el conocido psicokiller Richard Ramírez, apodado “El
Acechador Nocturno” (Nigth Stalker), impuso su reinado de terror en la ciudad
de Los Ángeles. En el plazo de apenas un año se le imputaron catorce
asesinatos, cinco intentos fallidos, nueve violaciones, tres de ellas a
menores, varios secuestros de niños solo para abandonarlos a cientos de
kilómetros por el mero hecho de hacerlos sufrir. A estos cargos también
podríamos añadirles agresiones sexuales, robos, allanamientos de morada… Ahora
os haré una pregunta, ¿A que no os podéis ni imaginar donde vivió este tipo tan
encantador durante aquellos fatídicos meses? Efectivamente, lo habéis acertado,
Richard Ramírez se hospedaba en esa época en el Hotel Cecil y en una habitación
de catorce dólares por noche que se encontraba justo encima de la habitación de
Elisa Lam, más coincidencias raras. Pero ¡¡¡Alto!!! ¡¡¡No se levanten de sus
asientos!!!¡¡¡Que no fue el único psicokiller cliente del Cecil!!!
Richard Ramírez
En
junio de 1991 hace acto de presencia en L.A. un tal Jack Unterweger, más
conocido en sus círculos por el “Estrangulador de Viena”. Un tipo que se había
pasado 15 años en cárceles austriacas por estrangular a una prostituta y al que
se le había conmutado la cadena perpetua. Pues bien, el director de una revista
austriaca especializada en crímenes y crónica negra tuvo la genial idea de
contratarle y enviarlo a Los Ángeles para hacer un reportaje sobre la
prostitución en aquella ciudad, que manda narices, como poner un lobo a cuidar
de las ovejas.
Jack Unterweger
Para
colmo al llegar la ciudad
californiana tuvo el apoyo de la policía y el FBI, quienes le facilitaron una
escolta para la protección y guía en los antros de la prostitución. Las
autoridades no sabían que la protección realmente la necesitaban las pobres
prostitutas.
Durante
las cinco semanas que duró su estancia en L.A. se estuvo hospedando en un
hotel, que lógicamente no podía ser otro que el Cecil. En ese intervalo de tiempo
Unterweger asesinó a tres prostitutas estrangulándolas con sus propios sujetadores.
Las pobres chicas llegaban hasta la
habitación a través de la escalera de incendios y todo con la promesa de unos
míseros 30 dólares. No supieron en ningún momento que acudían a su último
“servicio”. Los cuerpos de Sherry Ann Long, Shannon Exley e Irene Rodríguez
fueron abandonadas en cualquier callejón víctimas del depredador austriaco.
Pasadas las cinco semanas pactadas con la revista, el “Estrangulador de Viena”
regresó impunemente a Austria, donde continuó su carrera criminal hasta elevar
sus estadísticas hasta las catorce víctimas.
Hasta
aquí en lo que se refiere a la crónica negra del Hotel Cecil a nivel
“criminal”, pero en otros ámbitos aún hay algunas cosas que contar. Un lugar
cargado tan negativamente durante décadas es totalmente propicio para supuestos
episodios fenomenología paranormal. Son innumerables los huéspedes que han
asegurado haber padecido en sus propias carnes estos fenómenos insólitos,
apariciones, ruidos extraños, etc. Algunos de los clientes incluso salieron a
toda prisa del establecimiento hotelero afirmando que una presencia fantasmal pretendía asesinarles
por estrangulamiento.
A
finales de enero de 2014 Koston Alderete, un joven de Riverside aficionado a
las películas de terror y todo lo paranormal, se acercó hasta el hotel atraído
por su fama de maldito. Paseando por sus alrededores en cierto momento vio algo
raro en una ventana del cuarto piso y se apresuró a tomar una fotografía, en ella se muestra una
figura fantasmal en la parte externa de la ventana. La imagen es cuanto menos
extraña e inquietante.
El fantasma del Hotel Cecil
Aunque
para inquietante lo que sucedió en los alrededores del hotel en el barrio de Skid
Row. A los pocos días de haber aparecido el cuerpo de Elisa Lam se dio el peor
brote de tuberculosis de la década, sobre todo entre la población indigente. Fueron 78 los
contagiados graves y más de 4.500 personas tuvieron que ser tratadas. Pues para
la traca final y tremenda coincidencia os diré que el test realizado a los
posibles contagiados se llama el “Test LAM-ELISA”, podéis comprobarlo. No se si
a ustedes, pero a mi me dejó totalmente petrificado.
Hoy
en día podéis pasar una noche en este encantador hotelito por unos 80 dólares
por noche, como fenómenos paranormales, desapariciones misteriosas y esperemos
que sin asesinos en serie. Aunque supongo que tras leer estas historias vencer
a la temible sugestión sería harto complicado, pero lo mismo es divertido… ¿o
no?
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