miércoles, 21 de septiembre de 2011

Spartacus, Roma contra las cuerdas.




El pasado 11 de septiembre nos dejó el actor Andy Whitfield víctima de un linfoma. Este era el protagonista principal de la serie Spartacus. Una serie que cuenta con millones de seguidores en todo el mundo. En ella se nos cuenta en clave fantástica (y sangrienta, muy sangrienta) las andanzas del gladiador tracio sobre la arena del circo. Pero Spartacus no fue un personaje de ficción, este fue un personaje real y durante unos años una auténtica pesadilla para Roma. Su rebelión puso contra las cuerdas a la entonces ya postrera república romana. Muchos de vosotros lo conoceréis por Espartaco, pero como uno es muy moderno y friki, y no quiere confundir  a sus estimados lectores con el torero sevillano, en este artículo lo llamaremos  por su nombre en latín, Spartacus. Sirva este artículo como homenaje a Andy Whitfield y como no, al Spartacus más famoso e inolvidable de la pantalla, el gran Kirk Douglas. Sin más nos vamos rumbo a la Roma del siglo I a.c.
De la infancia de Spartacus se sabe más bien poco. Varios historiadores romanos sitúan su nacimiento en la provincia romana de la Tracia, los actuales Balcanes, allá por el 113 A.c.  Su nombre real se desconoce, pero por su apodo, Spartacus, se cree que podría descender de las dinastías espartácidas. Estos gobernantes estaban sometidos a la todopoderosa República de Roma, así que muchos de sus hombres era enviados a servir en las legiones auxiliares romanas. Todas las fuentes lo describen como un hombre inteligente y culto, dentro de lo que cabe para la época y su lugar de nacimiento, que era más bien poquito, la verdad sea dicha.
Al parecer algo tuvo que ocurrir para que Spartacus rompiera su palabra de fidelidad a Roma y desertara, pero son unos hechos que desconocemos a día de hoy. El caso es que abandonó las legiones auxiliares y se convirtió en un proscrito. Pero esta primera escapada duró bastante poco. Fue capturado y enviado como esclavo a unas canteras. Fue allí donde, gracias a su poderosísimo físico, fue comprado por el lanista de gladiadores, Lentulo Batiato, que por cierto, nada tiene que ver con el cantante italiano del mismo apellido. 

Spartacus fue trasladado a Capua, una vez allí soportó un durísimo entrenamiento para convertirse en gladiador. En la arena del circo se mostró intratable. Sus enemigos le temían y el resultado siempre era el mismo, cuerpos desmembrados, sangre en la arena y la plebe enfervorecida gritando el nombre de Spartacus
 Gladiadores
Pero ese no era el futuro que quería para sí el tracio. Por encima de todo quería ser un hombre libre. Odiaba a Roma y lo que representaba, quería perderla de vista tan pronto como fuera posible. Junto a su amigo y antes rival, el galo Crixo y uno de sus entrenadores, Enomao, planearon un motín. Pero como suele ocurrir en estos casos, alguien a cambio de dinero se fue de la lengua y supieron que sus planes iban a llegar a oídos de Lentulo Batiato. A toda prisa hubo que improvisar y finalmente fueron poco más de un centenar los que pudieron escapar. Eso si, dejando en el lodus de Batiato un verdadero baño de sangre. Entre las víctimas se encontraban obviamente Batiato y su familia. 

En plena huida, los forajidos se cruzaron con un convoy repleto de armas para gladiadores, como podréis imaginar les vino de perlas para sus fines. Una vez armados se ubicaron en las inmediaciones del Vesubio y durante un tiempo sobrevivieron del pillaje y del saqueo en las poblaciones cercanas. El número de seguidores de Spartacus iba en aumento. Los esclavos huían de las explotaciones agrícolas y se unían a la revuelta. Muchos de estos esclavos eran soldados que habían sido capturados en las muchas guerras libradas por Roma. Por lo que no eran una panda de campesinos sino que se estaba gestando un ejercito de antiguos soldados bien formados y adiestrados. Aun Roma no se daba cuenta de la magnitud del problema que se estaba gestando. 

Las quejas de la aristocracia, que se estaba viendo perjudicada por las andanzas de Spartacus y los suyos, llegaron hasta el Senado de Roma. Así que se decidió enviar a cinco cohortes de legionarios auxiliares, unos tres mil hombres en total, para terminar con esa “banda “ de forajidos. No tenían ni idea de lo que se iban a encontrar. 

Las legiones estaban comandadas por el Pretor Claudio Glabro, que por cierto, vaya apellido complicado de decir. Este, con buen criterio, al ver que sería muy peligroso para sus tropas el escalar las laderas del Vesubio, decidió sitiar al enemigo y dejar que el hambre y la sed hicieran su terrible trabajo. Era cuestión de paciencia y todo sería coser y cantar. Pero cometió un gran error al subestimar las fuerzas y la capacidad táctica de Spartacus, le costaría bien caro. Desde el punto de vista táctico era la opción más lógica, pero siempre que el cerco fuera bien seguro, cosa que no ocurrió. Un flanco no estaba debidamente protegido y esa debilidad fue muy bien aprovechada por los esclavos. La cuestión era o aprovechar la oportunidad o morir de hambre y sed. 

Los esclavos construyeron escalas con las que descolgarían hasta el valle. Ocultos en las sombras de la noche, con el máximo silencio, descendieron uno tras otro hasta el pie de la montaña. El último de ellos arrojó las armas y después descendió uniéndose a sus compañeros. Pero el pensamiento de Spartacus era que el asunto no se limitara a una fuga, eso sería algo deshonroso para él. Haría pagar al Pretor, del que al parecer era viejo conocido y con cuentas pendientes, lo que él y los suyos habían sufrido aunque muriera en el intento. Por lo tanto, su pequeño ejército rodeó el monte en un rápido movimiento. La pequeña fuerza dirigida por el tracio se aproximó con sigilo y cayó sobre el campamento de los romanos. A estos los pillaron durmiendo como benditos y desde la dirección que menos se esperaban. Se produjo una matanza terrible, el campamento fue saqueado y los supervivientes se dieron a la fuga. Espartaco mató con su propia mano el caballo de Glabro, pero este, protegido por sus centuriones pudo escapar como se dice por los pelos, en su caso por las plumas del casco. 

Ahora, aparte de las armas que poseían, habían capturado material bélico de los romanos. Espadas, cascos, escudos, cotas de malla, etc., servirían para equipar perfectamente a los sublevados.  Había que seguir, solo era el principio. La lucha por la libertad no había hecho más que comenzar. 

Con las cohortes derrotadas, los hombres de Spartacus camparon a sus anchas por el sur de la península itálica. Spartacus, Crixo y Enomao comandaban sus respectivos grupos y ciudades como Cora, Nuceria y Nola fueron saqueadas y los esclavos liberados se unían a sus filas. Una de las bases de Roma era su economía esclavista y esta se les estaba viniendo abajo de una manera realmente preocupante. Algo había que hacer. 

Esta vez el Senado no enviaría unas cohortes sino dos legiones mandadas por el experimentado Pretor Varinio. Obtuvieron el mismo resultado que su predecesor, una derrota total. Este también escapó de milagro y a pié, perdió hasta el caballo.

 Senado de Roma

La rebelión de los esclavos era prácticamente total en el sur de la península. Los efectivos del ejército de Spartacus ascendían ya a setenta mil hombres. El tracio, que de tonto no tenía un pelo, sabía que tarde o temprano el poderoso ejército romano caería sobre ellos si la guerra se alargaba en demasía. El invierno serviría para adiestrar y preparar el ejército para acometer la salida de Roma hacia  territorios no conquistados y buscar un lugar donde volver a sentirse hombres libres.

Roma no podía consentir tal humillación, había que tomar medidas drásticas. La derrota de Varinio fue muy dolorosa. Las legiones de los Cónsules Lucio Gelio Publícola y Cneo Cornelio Léntulo Clodiano fueron las elegidas.  El objetivo era aniquilar a Spartacus y sus hombres. No habría excusas si se fallaba.
El galo Crixo junto un grupo de veinte mil hombres provocó una escisión en el ejército de Spartacus. La tensiones en el liderazgo y quizás el agrupamiento étnico de galos y germanos fue la posible causa de la ruptura. Crixo y los galos se habían negado a marchar bajo la dirección de Espartaco. Parece que Crixo quería quedarse en Italia, seducido por la perspectiva del saqueo. Espartaco quería continuar hacia el norte hasta la Galia. Esto representó un fuerte revés para las posibilidades de éxito de los sublevados pero no había tiempo para lamentaciones, había que seguir luchando.
La aventura en solitario de Crixo y sus seguidores duró bien poco, no pudieron hacer frente al furibundo ataque del ejército romano y fueron aniquilados por el Pretor Quinto Arrio,  el ayudante del Cónsul Gelio, en las faldas del monte Gorgano, en Apulia. Los galos pagaron un precio terrible y veinte mil de ellos fueron asesinados.
Mientras tanto, Spartacus inflingió una serie de derrotas consecutivas a los Cónsules y su avance hacia el norte era ya imparable. Sus efectivos ya ascendían a ciento veinte mil hombres y su número aumentaba día a día. Algo que les dolió verdaderamente en el alma a los romanos fue el que con los prisioneros capturados se organizaron luchas de gladiadores para solaz de los sublevados.  Como veis se estaba organizando una muy gorda.
Los obstáculos caían uno tras otro. En Roma el nerviosismo era realmente palpable. Eran ya tres años de derrotas constantes y nadie era capaz atajar el problema. El Gobernador de la Galia Cisalpina, el Procónsul Casio Longino, reunió todas sus fuerzas en un desesperado intento de detener a Spartacus, el resultado fue el mismo, una nueva derrota y vía libre para escapar a través de los Alpes. Pero he aquí que los sublevados cometieron un error que quizás cambió el rumbo de la historia tal y como la conocemos. Los sublevados, con el ánimo por las nubes por la serie de victorias y en contra de la opinión de su líder tracio, decidieron que regresaban al sur y su venganza se culminaría tomando la ciudad de las Siete Colinas, casi nada.



Cayo Casio Longino.

En Roma ya nadie se atrevía a tomar el mando para evitar la catástrofe, solo uno fue el que dio el paso adelante. Marco Licinio Craso, quizás la mayor fortuna de Roma se encargaría de frenar a los esclavos. Tras ser nombrado Pretor reunió dos legiones y añadió otras seis por el procedimiento de reclutamiento forzoso y voluntariado digamos que también forzoso. Una vez metidos en faena, Mummio, uno de los legados de Craso, en una alocada e innecesaria acción sufrió una dolorosa derrota. Muchos legionarios huyeron a causa del miedo que sentían de las fuerzas enemigas. Esta fue la gota que colmo el vaso de la paciencia del Pretor. Ni corto ni perezoso instauró un castigo brutal que no se utilizaba desde hacía muchas décadas, la “decimatio” o diezma. Si una cohorte o centuria no luchaba con el valor y arrojo suficiente, o sus órdenes no eran interpretadas y cumplidas tal y como ordenaba Craso, las consecuencias eran terribles. Por sorteo, uno de cada diez hombres de esa unidad moriría apaleado por sus propios compañeros. El cuerpo de los elegidos era golpeado hasta dejarlo hecho prácticamente un amasijo de carne y huesos triturados. Pues así fueron ejecutados más de cuatro mil hombres, que ya hay que ser bestias. El efecto consecuente fue, con toda la lógica del mundo, que lo legionarios temieran más a Craso que a Spartacus, como para no temerle
Marco Licinio Craso

Spartacus, que seguía con la intención de escapar, dirigió su ejercito al sur, a Reggio, en la punta de la bota de la península itálica. El plan era conseguir transporte para su ejército hacia Sicilia y de allí a la ansiada libertad. Para ello y con algún que otro intermediario llevándoselo calentito, llegaron a un acuerdo con piratas de Cilicia, ellos les llevarían a cambio de una cuantiosa cantidad. Pero dicha cantidad no fue lo suficientemente elevada. Los romanos se rascaron el bolsillo y sobornaron a los piratas por una cantidad superior. Así que Spartacus y los suyos se quedaron atrapados en un callejón sin salida. Un foso y una valla fortificada de decenas de kilómetros les mantenía acorralados. Pero como ya hicieron con Claudio Glabro y tras varios intentos que costaron la vida a más de doce mil hombres, consiguieron romper el cerco y escapar. Los esclavos volvían a Lucania. Esto era un ir y venir que tenía a los romanos con el corazón en un puño.
Roma tuvo que tirar de su último recurso. Cneo Pompeyo fue reclamado de Hispania, donde sofocaba la revuelta de Sartorio. El Pretor al mando de las legiones de Macedonia, Licinio Lúculo también fue llamado a acudir en la defensa de la  República, la situación era límite. Entre los tres altos mandos sumaban la friolera de veinte legiones, más de ciento veinte mil hombres armados hasta los dientes.

 Licinio Lúculo

En el bando de los esclavos las disensiones eran continuas y un grupo de treinta mil hombres decidió hacer la guerra por su cuenta comandados por dos germanos. Estos fueron masacrados por Craso en los alrededores de la ciudad de Crotona. Pero la alegría les duró bien poco a los romanos. Spartacus volvía por sus fueros y derrotaba las fuerzas de Quinto Tremelio Scrofa.  Este hombre tenía la malísima costumbre de no dejarse matar por Roma y eso era imperdonable.


Legiones romanas




Spartacus, en su foro interno estaba ya cansado de batallar, ya solo quería huir de Roma y vivir en paz. El objetivo era llegar a Brindisi y desde allí cruzar el Adriático en dirección a Grecia o Iliria. El problema era que los altos mandos romanos supieron leer sus intenciones y Lúculo y sus legiones les esperaban como comité de bienvenida. Al otro lado les esperaba Craso. Su suerte puede que se estuviera acabando. La única opción que les iba quedando era el combate a campo abierto, algo que el tracio sabía que no les sería en absoluto propicio. Tomo incluso la desesperada decisión de enviar emisarios para negociar, pero como era de esperar los romanos jamás negociarían con esclavos. La suerte estaba echada, en los campos de Apulia se decidiría el futuro de Spartacus y los suyos. En un gesto esclarecedor de la clase de hombre que era, el tracio ordenó que le trajeran su caballo y delante de sus hombres lo sacrificó. Les demostró que el no huiría por muy mal que se pusieran las cosas. Si vencían tendrían caballos de sobra y si eran derrotados…. Se podían hacer una idea. Vencer o morir juntos en la batalla era su inexorable destino.Las legiones hicieron bien, esta vez si, su trabajo. Las fuerzas de Spartacus fueron aniquiladas y este, en último intento por dar la vuelta a la casi definitiva situación, se lanzó en solitario a por Craso en un ataque suicida. El historiador Plutarco lo narraba así: “… Y así, dirigiéndose directamente hacia el propio Craso por entre las armas y los heridos, acabó por pederlo de vista, matando no obstante a dos centuriones que le atacaron a la vez. Al final, cuando todos los hombres que había a su alrededor yacían muertos en el suelo, también él encontró su final” y el historiador Apio nos describe la escena de esta manera: "Espartaco fue herido en el muslo con un arpón y hundió su rodilla, manteniendo su escudo frente a él y protegiéndose así contra sus agresores hasta que él y la gran masa de los que estaban con él fueron rodeados y asesinados". (Apio. Las guerras civiles)




La sangre de sesenta mil esclavos, incluyendo la de Spartacus, y de mil romanos tiñó de rojo el suelo de los campos de Apulia. Algunos de los pocos esclavos que sobrevivieron, los menos, consiguieron huir y escapar del yugo romano. Otros se unieron a los piratas de Sicilia.  El resto, unos cinco mil, retomaron el plan inicial de Spartacus de huir a través de los Alpes. Cneo Pompeyo se los encontró por pura casualidad en su regreso de Hispania a orillas del río Silarus en Lucania y los aniquiló sin piedad alguna. Esto le vino de maravilla para adjudicarse lo que se dice por la cara el mérito de las guerras serviles. Pompeyo fue honrado por un magnífico triunfo por su victoria contra Sartorio y la finalización de la sublevación de los esclavos, mientras que a Craso se le negaba el honor del triunfo que tan ardientemente deseaba. En su lugar, tuvo que aceptar un honor menor, recibió una ovación del Senado. De esta manera fue Pompeyo "el grande" quién fue recibido como un héroe en Roma, mientras que Craso no recibió ningún reconocimiento ni gloria por salvar a la República de Espartaco.



 Cneo Pompeyo "El Grande"



Más de seis mil esclavos capturados pasaron a formar parte de un bosque de crucificados que recorría la Vía Appia entre Roma y Capua. La rebelión de Spartacus había llegado a su fin. Craso nunca dio la orden de quitar los cadáveres, años después de la batalla final, todo aquel que viajaba por ese camino se encontraba con este macabro espectáculo. Craso, un grande de Roma, dijo lo siguiente de él: “ Cuando luchaba con sus propios brazos, era una furia, una cólera.." 


Crucificados


La mujer de Spartacus, Varinia, y su hijo fueron capturados por Craso. Pero este, en un dignísimo gesto  y  en contra de lo que se  pudiera esperar, les liberó y envió a la Galia Cisalpina con una suculenta cantidad de dinero. A pesar de todo Craso admiraba y respetaba a su adversario, el esclavo que puso a Roma contra las cuerdas y que con el paso del tiempo se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad.


El Octavo Pasajero

domingo, 11 de septiembre de 2011

11 de Septiembre. Los puntos oscuros.





 World Trade Center de Nueva York


Coincidiendo con el décimo aniversario del hecho quizás más relevante e influyente de lo que va del siglo XXI, en el Octavo Pasajero trataremos algunos de sus puntos más oscuros e inexplicables. En ningún momento se trata de alimentar ese peyorativo término de “Teoría de la Conspiración”, sino de realizar un análisis lo más frío y aséptico posible. Son muchos los puntos oscuros de la versión oficial. Algunos de ellos si se hace un ejercicio de credulidad son incluso aceptables, pero otros pueden provocar el sonrojo a cualquiera que tenga un cociente intelectual algo más elevado que Homer Simpson. Como no quiero que alguno de vosotros me llame “Conspiranóico”, trataremos aquí solo los hechos constatables y objetivos, sin entrar a teorizar sobre hipotéticas autorías que probablemente jamás conoceremos. Así que nos disponemos a realizar nuestro salto cuántico/temporal más corto hasta el momento. Destino, la Gran Manzana. Fecha, 11 de septiembre de 2011. Nos vamos….

Son las 8:45h, la bulliciosa Manhattan está iniciando su frenética actividad. Hasta ese momento nadie podía imaginarse que en un minuto comenzarán una serie de eventos que cambiarían el rumbo de la historia de este incipiente siglo XXI.

Se oye un gran estruendo, el ruido de los motores de un avión hace que los viandantes de los alrededores del World Trade Center de Nueva York miren al cielo. Sus rostros se quedan estupefactos cuando se dan cuenta de que una aeronave de pasajeros impacta contra la Torre Norte de las popularmente llamadas torres gemelas. El caos es total y cuando en todo el planeta estaba todo el mundo pegado a la televisión llega la segunda sorpresa. Un segundo avión golpea violentamente la Torre Sur. EEUU se encuentra en estado de shock. El país más poderoso del mundo está siendo atacado y la cosa no quedaría ahí ni mucho menos. El edificio más seguro y protegido del planeta, centro neurálgico del poder militar estadounidense, el Pentágono, recibe otro impacto, al parecer otro avión….  Los sucesos posteriores todo el mundo los conoce. El colapso de las torres es una imagen que quedará grabada a fuego en la memoria colectiva de la humanidad. Pero…. ¿es verdad todo lo que nos contó la CNN, ABC News etc o la mismísima comisión gubernamental? ¿Se le han dado a todos los hechos acaecidos la misma publicidad? ¿Se han ocultado detalles deliberadamente en la versión oficial? Pasaremos a exponer algunas de estas oscuras cuestiones. Que cada uno saque sus propias conclusiones.


El extraño caso de la torre 7.

Si bajáramos a la calle a hacer una encuesta en la que se cuestionara a los viandantes que identificaran qué edificios fueron destruidos en Manhattan el 11S, probablemente la inmensa mayoría de ellos respondería lo mismo, que fueron dos, las torres gemelas. Quizás incluso tú, mi querido amigo lector, piensas lo mismo. Siento mucho defraudarte y no te lo tomes a mal, pero tengo que decirte que estás equivocado. Un tercer edificio con el que no impactó ningún avión se vino abajo completamente a las siete horas de que se colapsaran las archiconocidas Twin Towers. ¿Sorprendido? Pues demos una vueltecita por ese edificio fantasma.

 WTC 7

La Torre 7 era un edificio de forma trapezoidal de cuarenta y siete plantas que se encontraba a un poco más de un centenar de metros de las Torres Gemelas, distancia nada despreciable. La versión más o menos oficial dice que una serie de pequeños incendios en serie se propagaron hasta colapsar la torre. Este hecho convierte a la Torre 7 en el primer y único rascacielos del mundo con un armazón de acero que colapsa por incendios “ordinarios” fundiendo su estructura y no queda ladrillo sobre ladrillo.


A la versión “oficialista” se contrapone la que proponen la asociación estadounidense “Arquitectos e Ingenieros para la verdad del 11S”, integrada evidentemente por técnicos especialistas en estas disciplinas. Según esta asociación, tras haber analizado decenas de horas de video y documentación, sus conclusiones fueron que el colapso del rascacielos se debió a una “demolición controlada” en toda regla. El fundador del grupo, Richard Gage, realizó las siguientes declaraciones: "La Torre Siete es el arma humeante del 11-S. Un estudiante de bachillerato puede mirar este edificio desplomandose, practicamente en caida libre, de manera simetrica y sin problemas, y ver que no se trata de un proceso natural. Los edificios que caen en procesos naturales, caen por la via de la menor resistencia, no caen directo hacia abajo a traves de ellos mismos". La destruccion de la tercera torre nunca fue mencionada en el Informe de la Comision del 11-S. Como nota divertida e intrigante decir que una reporteera de la BBC anunción el colapso de la torre 7 cuando aun estaba de pie y justamente detrás de la periodista. Seguidamente se cortó la emisión. Sacad vuestras propias conclusiones.




Se anuncia que el edicio se ha derrumbado antes de que suceda


Los terroristas y el pasaporte milagroso.

Ahora pasaremos a analizar quienes fueron los autores materiales de los atentados, su capacidad para ejecutar una acción de semejantes proporciones.

Uno de los grandes interrogantes de la trama era quien era capaz de hacer maniobrar unos aviones de semejante tamaño con la precisión suficiente para hacer blanco en su objetivo marcado. Miembros de la dirección del SEPLA a los que se les preguntó por el asunto declararon lo siguiente:

“…La acción ha sido obra de pilotos entrenados y no de aficionados que hubieran tenido una formación improvisada. Tenía un mínimo de instrucción que se adquiere con mucho tiempo de aprendizaje y con mucho dinero. No eran aficionados.”, “El Piloto tenía una experiencia en este tipo de aviones, ya que sólo un experto puede hacer un impacto con esa precisión”.

Los dos terroristas que impactaron sus aviones en las Torres Gemelas solo tenían un cursillo para pilotar avionetas. Solo uno de ellos Mohamed Atta utilizó una vez un simulador de un Boeing en la academia. En fin la voluntad de Alá les inspiró en su misión o las videoconsolas valen para más de lo que parece.

 Pasaporte de Satam Alsuqami.

Caso aparte es el del piloto del “supuesto” avión del Pentágono, Hani Hanjour. Al parecer este si tenía título de piloto comercial, obtenido en 1999, pero solo eso el título. Hanjour nunca llegó a trabajar como piloto. Eso si, o la oración consiguió el milagro o tenía los poderes de un Jedi. Aparte de conseguir llegar al Pentágono saltándose todos los protocolos del NORAD (Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial), sistemas de radar y de defensa. Fue capáz de estar cincuenta y cinco minutos en vuelo.  Descendió casi a rás de tierra. Volando a tan solo cinco metros de altura tuvo la habilidad y el talento de esquivar todos los árboles y farolas que se encontraron en su camino, mas que nada para romper solo lo justito y finalmente impactar contra el Pentágono. Eso si, en la zona que estaba en obras, lo mismo era para ayudarles a echar algún que otro tabique abajo. Lo dicho, un vuelo prodigioso digno de Luke Skywalker o Han Solo y su Halcón Milenario. Pero los hechos milagrosos no quedaron aquí, hay uno que es para replantearse la fé en determinadas cosas.

Uno de los hechos más sorprendentes es la aparición del pasaporte del terrorista. El término milagro sinceramente creo que se queda corto. Pongámonos en situación, las Torres Gemelas eran dos edificios de 110 plantas repletas de oficinas. Como podréis imaginar y como suele ocurrir en toda ofcina que se precie, hay papeles por doquier, archivados y en las mesas, ¿lógico no?. Pues bien, como todos sabemos, el avión impactó contra la torre norte, estallando y prácticamente desintegrandose. Y aquí llega glorioso milagro, el pasaporte del señor Satam Alsuqami, terrorista en sus ratos libres, no solo no se volatilizó con el resto del avión y el pasaje, sino que entre la maraña de cientos de miles de papeles que volaban desperdigados sin rumbo por toda Mahanttan, es encontrado por un viandante momentos antes del colapso de las torres. Es de suponer que este hombre no tenía otra cosa más interesante que hacer que mientras todo el mundo miraba a las torres o salía a toda leche de la zona, él se puso a rebuscar papeles. Este honrado ciudadano neoyorquino entregó el pasaporte al agente de policía Yuk H. Chin, haciendo un enorme servicio a su país y proporcionando una magnífica pista para la aclaración de los atentados. Lo mismo el terrorista suicida momentos antes de la colisión abrió la ventanilla del avión y… ¡¡tiro el pasaporte!! Lo que son las cosas, todo es posible en América.

Las cajas negras.

Con las cajas negras de los aviones ocurre tres cuartas de lo mismo. Errores, fallos, incongruencias etc, lo normal en esta historia.


Caja negra de avión.

Todos los aviones comerciales disponen de dos cajas negras distintas. Una graba las conversaciones de los pilotos y las comunicaciones. La otra graba hasta 28 parámetros técnicos del avión, rumbo, altitud, velocidad, etc… Estas cajas negras, que son rojas normalmente, están construidas con materiales realmente resistentes y son prácticamente indestructibles. Pues nada, bien pronto aparecen las “anormalidades”, vamos con ellas.

La comisión de investigación del 11S nos dice que las cajas negras de los vuelos 11 (Torre Norte) y 175 (Torre Sur) no aparecen por ningún lado. Habrá que creerse que las cajas, no una, sino cuatro, que ya es raro, se desintegrarían en la colisión. ¡¡¡Ya podían haberlas construido del material del pasaporte de Suqami!!!

Pero la cosa no queda ahí. El bombero Nicholas DeMassi declaró que acompañó a agentes federales, no sabemos si iban Mulder y Scully, a localizar las cajas y que localizaron tres de ellas. Nunca se supo mas de su contenido.

Respecto a las cajas de los otros vuelos decir que tampoco se escapan de las anomalías. El director del FBI que en la grabación del vuelo 77,  el que supuestamente colisionó con el Pentágono la grabación de la cabina no tenía ningún dato de interes y nunca se ha revelado su contenido. Y la del vuelo 93, el que cayó en Pennsylvania, solo pudo ser oída por los familiares en el 2002. Tuvieron que firmar un compromiso de no divulgación y los tres últimos minutos de la grabación están suprimidos. Como véis hay muchas sombras en esto y tanto oscurantismo solo puede hacer que las sospechas vayan en aumento. En cualquier accidente aereo las cajas aparecen pues en este caso o se han perdido, están dañadas o sus grabaciones mutiladas.

El Pentágono.

Aquí llega una de las madres del cordero. Quizás la que más alimente las teorías conspirativas. En mi humilde opinión motivos hay de sobra para ello.

 Recreación de la colisión de un avión contra el Pentágono.



Suponiendo que como hemos comentado antes, nuestro superpiloto galáctico hubiera sido capaz de realizar esas portentosas maniobras nunca vistas en la historia de la aviación, las imágenes del Pentágono tras la colisión siembra muchas dudas sobre la versión “oficial”.  Pero vayamos a los fríos datos numéricos.



Estamos en el Pentágono, quizás el edificio más seguro del planeta. Protegido por cuantiosos protocolos de seguridad. Pues bien, un avión comercial de pasajeros, un Boeing 757 de 55 metros de longitud y 38 de envergdura, tras haber realizado la increible maniobra de aproximación con un giro de 270º-330º, a 850Km/h y realizando un descenso de 7000 pies (2200m aprox.), esquivando arboles y farolas en vuelo casi a rás de suelo, impacta en la zona occidental del edificio sobre las 9:37h. Afortunadamente la zona esta casi vacía por las obras que se realizaban en ese momento. Hasta aquí la versión oficial y de la que cada vez más gente desconfía.

Ahora utilicemos un poco la lógica. Es prácticamente imposible que un Boeing 757 pudiera, por unos 500 kilómetros, escapar de la detección de radares civiles y militares, de cazabombarderos enviados en su persecución y de los satélites de observación. Por otro lado es prácticamente imposible que un Boeing 757 pudiera penetrar en el espacio aéreo del Pentágono sin ser destruido por una o más de las cinco baterías de misiles que protegen el edificio. Para sobrevolar la zona hay que dar una serie “Codigos amigo” de los que lógicamente los terroristas carecían. Pero en fín, haciendo un ejercicio de credulidad que me estoy asustando hasta yo mismo, supongamos que el audaz piloto lo consiguió. Es la versión oficial y hay que creersela ¿no? Pues las consecuencias fueron las siguientes. La aeronave atraviesa tres de los cinco anillos concéntricos que conforman el Pentágono, prácticamente como si se clavara un cuchillo en la parte lateral de una enorme tarta pentagonal. A pesar de que el ala se encontraba casi vacía por las obras que antes hemos citado son 125 las víctimas mortales. El caos es total, humo, fuego, desconcierto…


Ausencia de restos del avión en el ataque al Pentágono.

Pero hay algo que no cuadra y si observamos con detenimiento fotografías y videos no hay el más mínimo rastro de un avión. En cualquier accidente aéreo los restos se encuentran esparcidos sobre el terreno. Restos de sillones, las alas, motores y los cuerpos sin vida son el paisaje habitual.  Pero sobre el césped que rodea al edificio solo hay restos de la fachada. ¿Dónde están  esos restos? Si el hueco de la abertura es menor que la envergadura de las alas estas debían de haberse quedado fuera junto a los motores. Es una simple cuestión de física.

La única filmación que ha sido desclasificada es una realizada por una cámara de seguridad en la que no aparece ningún avión por ningún sitio, es solo una explosión y si miramos con atención se observa como un pequeño artefacto de color blanco cruza el plano e impacta con el edificio. Pero si no era un avión.. ¿Qué era?. Si fuese así… ¿Dónde está el avión y sus pasajeros?

Los vídeos requisados en la zona del Pentágono después de los ataques del 11S fueron mencionados en la declaración "Maguire", donde la Agente Especial del FBI, Jacqueline Maguire respondió el FBI tenía 85 cintas de vídeo que podrían ser relevantes. De ellas, 56 no mostraban ni el  Pentágono, ni el lugar del accidente, o el choque del vuelo 77 contra el Pentágono.  De las 29 restantes cintas de vídeo, 16 no muestran el lugar del accidente del Pentágono y no muestran el impacto del avión. De las 13 cintas restantes que mostraban el lugar del accidente, 12 solo mostraban el lugar de los hechos tras la supuesta colisión. El video que se grabó desde la gasolinera Citgo no muestra ningún impacto. El avión no aparece por ningún lado.




Son muchos los datos, estudios, miles de horas de video que reafirman o anulan versiones. Una cosa es segura, a los muertos nadie les devolverá la vida pero algo que haría honor a sus memorias es que el propio gobierno estadounidense aclarara de una forma contundente estos puntos.

Sacad vuestras propias conclusiones. Es cuestión de hacerse las preguntas adecuadas.

El Octavo Pasajero

lunes, 5 de septiembre de 2011

Robert Falcon Scott. El precio de ser segundo.

"…Afuera, delante de la entrada de la tienda, todo el paisaje es una terrible ventisca, resistiremos hasta el final, la muerte ya no puede estar demasiado lejos: es una lástima, pero no creo poder seguir escribiendo. Por el amor de Dios, cuidad de nuestras familias".

 Robert Falcon Scott


Estas líneas son el testimonio final de uno de los grandes exploradores que coincidieron a principios del siglo XX. A dos de ellos ya los tratamos con anterioridad, Ernest Shackleton y Percy Harrison Fawcett. Roald Amundsen y nuestro protagonista, Robert Falcon Scott conformarían este póker de ases de la exploración y sobre todo de la aventura pero con mayúsculas. Una vez más, el inexplorado continente helado es nuestro destino. Agarraos que con aquello del salto cuántico esto se va a mover un poco… 5, 4, 3, 2, 1 Ignición!!!!

Nuestro protagonista viene al mundo en un localidad muy cercana a la marinera ciudad de Plymouth, Davenport.  Un 6 de Junio de 1868. El pequeño Robert  fue el tercero de los cinco hijos de John y Hanna., propietarios de una cervecería de aires marineros, nada de nobleza ni aristocracia.
 
Robert destacaba en los estudios, pero su constitución era mas bien flacucha y por poca cosa enfermaba. A pesar de estos condicionantes, una vez que finalizó su formación académica se enroló en la Royal Navy a la tierna edad de trece añitos. Como han cambiado los tiempos afortunadamente.

En este momento Robert Scott comienza el carrusel de buques en los que prestaría servicio a lo largo de estos años y de los que de todos aprendería un poco. En ellos logró forjar su carácter y su débil físico se transformó. Su primer destino fue en el buque escuela HMS Britannia. Posteriormente pasaría a prestar servicios en el buque insignia de la Flota del Canal de la Mancha, el Boadicea. A estos destinos le sucederían muchos más según Robert iba ascendiendo en la escala militar. En 1886, pasó a formar parte de la escuadra de las Indias Occidentales, la cual se encontraba al mando del famoso explorador ártico Albert Hastings Markham. Este fue una gran influencia para Robert, que en 1892 consiguió alcanzar el grado de primer teniente y ser trasladado al HMS Majestic, donde se especializaría en exploraciones científicas.



Scott


En 1899 llega su gran oportunidad, la que había estado esperando durante años. Sir Clement Markham, presidente de la Real Sociedad Geográfica de Londres, organizó una importante expedición a la Antártida y eligió a Scott para dirigirla. Estamos ante la expedición “Discovery”, nombre adoptado del buque encargado de realizar tan magna travesía.


Buque Discovery


El Discovery soltó amarras el 6 de agosto de 1901 en el puerto de Cardiff y llegó a Nueva Zelanda el 29 de noviembre del mismo año. Vamos, una vueltecita de nada. Tras unas semanas de preparación partieron rumbo a aguas antárticas, empezaba lo bueno. Sus compañeros de expedición fueron Wilson y un tal Ernest Shackleton que supongo que os sonará ¿no?, casi nada.
Edward Wilson

Una vez en el continente helado, Scott, Wilson y Shackleton partieron el 2 de noviembre de 1902 con perros y algunos hombres de la tripulación. Su intención era llegar lo más al sur que les fuera posible en línea recta sobre la barrera de hielo, alcanzar el Polo Sur magnético si era posible o encontrar alguna nueva tierra para la corona. Estos británicos siempre intentando expandir el imperio de su graciosa majestad.

El 11 de noviembre la expedición consiguió batir el record de distancia recorrida más al sur, llegando a los 78º 50´. Pero todo no iba a ser un camino de rosas. Las dificultades hicieron acto de presencia. Debido a la inexperiencia con los perros, la cosa empezó a ponerse complicada. Algunos de ellos estaban realmente débiles, casi incapaces de continuar y Wilson tuvo que tomar la drástica decisión de sacrificarlos para alimentar a los otros. Lo peor era que la dureza de las condiciones antárticas comenzaban a hacer mella ya no solo en los animales, sino también en los expedicionarios. La ceguera provocada por la nieve, la congelación de las extremidades e incipientes síntomas de escorbuto hicieron acto de presencia. Aun así siguieron adelante. 

La Navidad la celebraron dándose un festín con raciones dobles y un pudín que Shackleton había guardado para la ocasión oculto con sus calcetines, espero que al menos fuera enlatado porque si no….. El 30 de diciembre alcanzaron su trayecto más al sur en 82° 17´. Todo se complicó y de que manera en el viaje de regreso al campamento base, los perros restantes murieron y Ernest Shackleton enfermó de escorbuto. Scott y Wilson continuaron junto con Shackleton (que era incapaz de continuar por cuenta propia) caminando de regreso al campamento y ocasionalmente usando el trineo. Finalmente, el grupo llegó al barco el 3 de febrero de 1903 después de haber recorrido 960 millas (1.545 Km.) incluyendo paradas, en un viaje que duró 93 días con un promedio de más de 10 millas (16 Km.) recorridos por día.

Ernest Shackleton

Tras haber recibido los suministros y recuperado algo las fuerzas solo quedaba esperar que el Discovery quedara libre de los hielos para proseguir con la expedición. Los cálculos aproximados eran que el buque quedara libre a principios de 1903. Todo se vino al traste cuando se dieron cuenta de que el Discovery estaba atrapado y bien atrapado en esas fechas. 

Un momento crucial de la expedición fue cuando Scott decidió que Shackleton no seguiría en la expedición. Su estado de salud no era el apropiado para continuar. Esta decisión fue un verdadero mazazo para un hombre del duro carácter de Ernest Shackleton. Según fuentes de la rumorología, en ese instante se produjo un distanciamiento en la relación entre Scott y Shackleton, mencionándose una supuesta disputa surgida durante el viaje al Sur que provocó un más que acalorado intercambio de palabras. A pesar de ello, Shackleton recibió a la expedición tras su llegada a Inglaterra en 1904, y poco después escribió una carta muy cordial a Scott. Eran caballeros ante todo.

Una vez que terminó la temporada invernal de 1903, Scott comenzó los preparativos de la segunda fase de la expedición. Para que os hagáis una idea de las condiciones climáticas, decir que tuvieron que soportar temperaturas cercanas en algunos casos a los -90º. Da frío solo pensarlo.

El objetivo era ascender la cordillera occidental y si fuese posible alcanzar el Polo Sur Magnético. En la marcha les pasó prácticamente de todo.  Trineos defectuosos, tormentas de nieve, perdieron las tablas de navegación en un vendaval y no sabían con exactitud donde se encontraban. Las condiciones climáticas eran tan realmente extremas que el avance se ralentizó hasta una milla por hora en algunos casos. Para continuar con las desgracias Scott y Evans sufrieron una caída por una grieta que no les costó la vida de puro milagro.

Pero todo no iba a ser negativo. Presenciaron un raro fenómeno en la Antártida,  hallaron un “valle seco”, una amplia zona de terreno completamente libre de nieve. Era como un oasis en el desierto. Uno de los expedicionarios, con la típica flema británica, lo describió como un magnífico lugar para sembrar patatas. Tiene mérito el tener ganitas de bromas estando donde y como estaban. Su promedio de millas recorridas fue superior a los que se realizaron utilizando perros polares, lo que aumentó los prejuicios de Scott en la utilización de estos para futuras expediciones.

A su regreso, y en contra de lo esperado, el buque Discovery continuaba atrapado en el hielo. Hubo que tomar medidas drásticas. El 16 de febrero de 1904 y utilizando para ello cargas explosivas, el  buque se pudo liberar de los hielos y al fin pudo partir rumbo a las islas británicas. 

La expedición Discovery con el paso del tiempo fue considerada como una de las más importantes expediciones antárticas de la historia. Scott fue ascendido al grado de capitán de marina y condecorado con la medalla de oro concedida por la Real Sociedad Geográfica de Londres. Por aquel entonces conoció a su futura esposa, Kathleen Bruce, y escribió El viaje del Discovery, obra en la que narraba las vivencias acaecidas en la expedición a la Antártida. Dedicado a su gran amigo y padre de la expedición, sir Clement Markham. 

Como no había tenido bastante, Robert Falcon Scott, a principios de 1905 comenzó  una ronda por toda Gran Bretaña con el objeto de buscar el patrocinio y los fondos para una segunda expedición, que había que tener ganas. Pero a pesar del éxito de la anterior expedición y de su recibimiento como un verdadero héroe, el apoyo económico no llegaba como Robert quisiera y la futura expedición se retrasaría más de lo deseado. Tras mucho esfuerzo Robert Scott consiguió lo suficiente para hacerse con los servicios del buque Terranova y empezar a probar los primerísimos vehículos a motor diseñados para la nieve. Como la tenía tomada con los pobres perros, esta vez los desechó para los trineos y optó por potros siberianos. Esta decisión a la postre resultó fatal.


Buque Terranova

El 10 de junio de 1910, el Terranova parte de las islas británicas rumbo a Australia. El objetivo no era otro que la conquista del Polo Sur. Exactamente pasados cuatro meses, el Terranova atracó en el puerto australiano de Melbourne. A pesar de estar solo unos pocos días en Australia le dio tiempo de recibir un mensaje del explorador noruego Roald Amundsen, que la verdad un poco chulo y prepotente si que era muchacho. En el mensaje le instaba a desistir de la empresa y le recomendaba abandonar. Como podéis suponer esto lo que hizo fue convertir la expedición en prácticamente una competición. Un capitán de la Royal Army no iba a dejarse vencer por un noruego, faltaría más.

Amundsen, que era perro viejo en estas lides, contaba con una gran experiencia en estas condiciones, de hecho era noruego y de frío entienden un rato. El material que utilizó digamos que era de la última tecnología  de la época, anoraks de piel, perros, piquetas etc. Mientras que el de los británicos, aparte de los potritos siberianos y algún que otro trineo mecánico que fallaba más que una escopeta de feria, solo decir que iban vestidos con el uniforme de la marina británica, como para no pasar frío.



 
Roald Amundsen


En diciembre de 1910 la expedición  británica comienza la marcha a pie en busca de una verdadera hazaña. Tenían por delante 2464 Km. de calamidades y verdadero sufrimiento.

Para empezar bien, los trineos mecánicos comenzaron a fallar al poco de empezar. Los motores no estaban preparados para soportar las terribles temperaturas polares. El coste de cruzar el glaciar de Beardmore supuso la pérdida de ocho potros y cinco perros de los treinta y tres que llevaban. Amundsen utilizó para lo mismo más de cien, que ya son perros. Gran parte de la carga tendrían que acarrearla ellos mismos. La cosa se ponía realmente negra por momentos. Como toda situación es susceptible de empeoramiento, esta ocasión tenía pinta de que no iba a ser una excepción. 



Expedición Terranova

El 4 de enero de 1912, Robert Falcon Scott y sus cuatro compañeros retomaron la marcha para el tramo final. Ya no les quedaban animales de carga y la situación era realmente desesperada, pero a pesar de todo continuaron. La determinación de estos hombres era realmente increíble.

El 12 de enero, tras haber sufrido lo indecible, los expedicionarios llegan al Polo Sur. Tenían la victoria al alcance de la mano, pero esa inmensa alegría les duró más bien poquito. La gloria se la habían arrebatado en sus propias narices. El mundo se les vino abajo cuando divisaron la bandera de Noruega y la tienda de Amundsen. Este las había plantado en esa ubicación cinco semanas antes.




Imágenes de la tienda de Amundsen en el Polo Sur

El noruego, que todo hay que decirlo, chulo tenía que ser un rato largo, se tomó la molestia de escribir una nota a sus “perseguidores” y que decía así: 

“……Querido Capitán Scott: Como usted probablemente es el primero en alcanzar este área después de nosotros, le pediría amablemente expedir esta carta al Rey Haakon VII. Si usted quiere usar cualquiera de los artículos abandonados en la tienda no deje de hacerlo. El trineo dejado fuera puede ser empleado por usted.
Con saludos cordiales, le deseo una vuelta segura. Cordiales saludos, Roald Amundsen”.

Estaréis conmigo que era para haberle metido un par de leches a Amundsen en la primera ocasión que lo cruzara, pero lamentablemente y por razones obvias jamás se las pudo dar. Scott como buen caballero inglés no perdió las formas, y haciendo gala de autocontrol solo pudo anotar en su diario lo siguiente: 


"¡Dios mío, éste es un lugar espantoso! Y espantoso sobre todo para nosotros, que nos hemos esforzado tanto sin vernos premiados por la prioridad..."

Ya habían logrado llegar al lugar que se proponían, sufrieron realmente para ello. Habían llegado hasta el límite de la resistencia de un ser humano, pero aun les quedaba lo peor, el regreso.

 Desayuno antártico

Los víveres eran ya muy escasos. Las fuerzas les estaban abandonando a raudales y el primero en sucumbir no tardaría en llegar.  El lugarteniente Evans fue incapaz de seguir el cansino deambular de sus compañeros. El frío antártico se lo tragó sin más.  A Evans le siguió el capitán Oates. Este tomó tremenda y heroica decisión de no continuar. Estaba suponiendo una carga para sus compañeros y si él se quedaba a esperar su final, sus camaradas podrían tener alguna oportunidad de sobrevivir. Scott hizo esta anotación en su diario: “…Aquí murió el capitán Oates, de los Dragones de Inniskilling. En marzo de 1912 caminó voluntariamente hacia la muerte, bajo una tormenta, para tratar de salvar a sus camaradas, abrumados por las penalidades".





Capitán Oates

 
Edgar Evans


Solo quedaban tres. En el fondo sabían que la dama de la guadaña les esperaba inexorablemente, pero lucharían hasta el final por sus vidas. Caminaron durante más de un mes, que se dice pronto, en unas condiciones realmente extremas, por debajo de los -45ºC Pero todo humano tiene su límite y a este se llegó en los últimos días de marzo. La inanición, la consiguiente debilidad y las tormentas de nieve hicieron que el esfuerzo en llegar al campo base fuera en vano. No pudieron dar ni un solo paso más. Solo les quedaba esperar el fatal desenlace. La muerte les hizo su terrible visita en sus respectivas tiendas, el frío se encargó de apagar lentamente los latidos de sus corazones. El lugarteniente Bowers y el doctor Edward Wilson fueron los primeros en fallecer. Robert Falcon Scott resistió unas horas más. En plena agonía fue capaz de escribir la que fue la última anotación en su diario, y que como hemos mencionado en la cabecera del artículo  rezaba así: "Afuera, delante de la puerta de la tienda, todo el paisaje, es una terrible ventisca, resistiremos hasta el final, la muerte ya no puede estar demasiado lejos: es una lástima, pero no creo que pueda seguir escribiendo. Por el amor de Dios, cuidad de nuestras familias". Tenía solo cuarenta y cuatro años. Y un terrible dato que no se nos debe pasar, murieron a solo 18 Km. del campamento donde se encontraban los víveres que les habrían salvado la vida. La vida puede llegar a gastar algunas bromas realmente crueles. Fue el alto precio de llegar segundo.

Henry Bowers

Al cabo de ocho meses una expedición de rescate localizó los cuerpos sin vida de Scott, Wilson y Bowers. Junto a Scott hallaron a su inseparable diario y una gran cantidad de anotaciones científicas y muestras que habían recolectado. Todo este material fue publicado en 1913 con el título de La última expedición de Scott.

Robert Falcon Scott y su diario.

Última anotación del diario de Scott

“ No se si he sido un gran explorador, pero nuestro fin será testimonio de que en la raza humana aún no han desaparecido ni el espíritu del valor, ni la fuerza para resistir el sufrimiento”. 
Explorador Robert Falcon Scott.