sábado, 21 de mayo de 2011

Percy Harrison Fawcett. En busca de la ciudad Z.




Percy Harrison Fawcett



¿Quién no ha soñado alguna vez en su juventud con ser el protagonista de aventuras como el gran Indiana Jones? Buscar reliquias y tesoros en antiguas ciudades olvidadas. Todo es aparentemente fantasía. Pero…, ¿Existió alguien real, de carne y hueso, parecido al ya inmortal personaje de Steven Spielberg y George Lucas? La respuesta es rotundamente afirmativa. Y no creáis que le va demasiado a la zaga al intrépido aventurero cinematográfico. Es más, los creadores de Indi, claramente se basaron en nuestro personaje de hoy, el Coronel Percy Harrison Fawcett. Una historia verdaderamente apasionante, en una época en la que coincidieron aventureros tan grandes como Ernest Shackleton, al que ya tratamos en el Octavo Pasajero, Roald Amundsen, Robert Falcon Scott y para culminar el póker de ases, el propio Percy Harrison Fawcett. Pero no nos demoremos, una gran aventura nos espera…

Nuestro personaje viene al mundo en 1867 en Devon, Inglaterra, en el seno de una muy bien posicionada familia británica. En ese momento, la Inglaterra victoriana es la potencia dominadora de la época. Gran parte del planeta está bajo su influencia. El padre de Edward Fawcett,  era un reputado miembro de la Royal Geographic Society. Su hermano mayor Edward Douglas fue alpinista, ocultista y afamado escritor de novelas de aventuras. Como veréis, la familia como que aburrida no era. Las sobremesas tenían que ser verdaderamente soberbias.

Siendo un joven y apuesto muchacho, sus aventuras comenzaron bien pronto. Se enroló en la Real Artillería Británica a los diecinueve años de edad. Su primer destino fue en la exótica y lejana Ceylán, donde se inició en el misticismo hindú.  Al igual que su hermano, tenía debilidad por el ocultismo y el esoterismo. Practicó el espiritismo y la teosofía. De hecho, fue un fiel seguidor de la ocultista rusa, Madame Blavatsky. En algunos momentos llegó al extremo de incluso utilizar la ouija para la toma de algunas decisiones. Ahí es nada.

Madame Blavatsky

Estando en Malta aprendió técnicas de topografía. Estas le servirían en primer lugar para realizar destacados trabajos para el ejercito en los más dispares lugares del mundo y posteriormente para trazar e interpretar los mapas de sus futuras y aventureras expediciones.



Nuestro héroe contrajo matrimonio en 1901 con Nina, la que será la madre de sus tres hijos. Dada su desahogada posición económica, cualquier persona “normal” habría optado por una tranquila y cómoda existencia en su Inglaterra natal. Pero la genética de Percy hizo que eso fuera imposible. Sentía la llamada de la aventura, no había nacido para la confortable y aburrida vida que le esperaba en Londres.




 Percy y Nina Fawcett

Tras ejercer como espía en Marruecos, hizo de todo el muchacho, Fawcett fue fichado por la Royal Geographic Society para realizar exploraciones cartográficas en Sudamérica. Dichas expediciones se realizaron para resolver una disputa fronteriza entre Brasil y Bolivia. Una vez en Sudamérica, fueron cuatro las expediciones realizadas bajo su mando para tal fin. En ellas vivió aventuras que bien podrían haber servido para alguna que otra escena del anteriormente citado Dr. Jones. Aunque sus relatos ciertamente podrían parecer algo exagerados, los peligros a los que se enfrentó fueron ciertamente reales. Desde el enfrentamientos con los esclavistas empresarios del caucho y sus matones, a más que roces con tribus indígenas caníbales, flechas envenenadas, cerbatanas, pasando por picaduras de insectos, ataques de serpientes, y por no decir los accidentes geográficos a sortear. Decir que especialmente milagrosas fueron sus escapadas en las expediciones de Beni y Acre.
                                                                                
Sus siguientes expediciones pasarían por Santa Cruz de la Sierra, Cochabamba. Pero de donde Percy Fawcett se quedó cautivado para siempre fue de la región suroccidental amazónica, entre Brasil, Perú y Bolivia. Fueron las descripciones de la agreste naturaleza salvaje del lugar las que inspiraron a su amigo, el famosísimo escritor Arthur Conan Doyle, si, el de Sherlock Holmes, para su novela “El mundo perdido”. Fawcett se había enamorado de la selva centroamericana. Se había impregnado de sus mitos y leyendas. Y su siguiente aventura sería realmente especial. 

Mientras en Europa comenzaba la terrible I Guerra Mundial, Fawcett, continuó por un tiempo con sus viajes, especialmente por Brasil. Aquí fue donde en una de sus visitas tuvo acceso a un manuscrito de la Biblioteca Nacional de Rio de Janeiro. En dicho manuscrito, numerado como el 512, de a mediados del siglo XVIII, un nativo de Minas Gerais, relataba que junto a un grupo de hombres encontraron en plena selva una ciudad perdida que no constaba en ningún mapa ni registro. Dicha ciudad estaba habitada por una civilización muy desarrollada. Este hallazgo marcó y de que manera el devenir de Percy Harrison Fawcett. La búsqueda de rastros e indicios que pudieran hacerle llegar hasta esa ciudad se convirtió en casi una obsesión. La denominó ciudad Z. Investigó viejos mapas de expediciones portuguesas y otros pergaminos antiguos. En uno de estos legajos se describía la expedición de un tal Francisco Raposo, que supuestamente descubrió monumentales ruinas y una ciudad perdida en Minas de Muribeca, Brasil, en 1743, y que posteriormente desapareció en la selva. Sus investigaciones le llevaron a estar convencido de la existencia de una civilización superior protegida por tribus caníbales en plena Amazonía. Fawcett buscaba ruinas iluminadas por luces que nunca se apagaban e indigenas de tez blanca que poseían ídolos mágicos. Realmente alucinante.



Tras su participación en la Gran Guerra, Fawcett estaba completamente decidido a organizar una expedición para encontrar esa fantástica y misteriosa ciudad.  Allá por 1920 consiguió reunir los fondos necesarios para iniciar semejante aventura. Esta vez estaría acompañado por su hijo Jack y su amigo Raleigh Rimell, ambos de veinticinco años de edad. En Marzo de 1925 partieron de Cuiabá en busca de la ciudad Z. Al parecer llegaron hasta el territorio de los indios bacairí, donde anteriormente había estado el Coronel Fawcett sin poder seguir adelante, en aquella ocasión. Su objetivo principal era alcanzar la Sierra del Roncador. El creía firmemente en la existencia bajo esta sierra de una ciudad subterránea. Fawcett había estado en el Tíbet. Por esta causa y por su amistad con la anteriormente citada Madame Blavatsky estaba muy familiarizado con los mitos de las ciudades subterráneas de Agharta y Shambala. Y por alguna razón que él sólo conocía, consideraba que en el Amazonas había una ciudad subterránea llamada Manoa, perteneciente a una civilización a la que él denominaba como Ágata. El 29 de mayo la familia recibió la última misiva del explorador. Este no quiso revelar su localización por miedo a que otras personas se enteraran. Pero en ella desvelaba que ya conocía la ubicación exacta de la ciudad Z y que su internada en la selva  para encontrarla era inminente. Se expresó en los siguientes e inquietantes términos: 

"….Si no volvemos, no deseo que organicen partidas de salvamento. Es demasiado arriesgado. Si yo, con toda mi experiencia, fracaso, no queda mucha esperanza en el triunfo de los otros. Esa es una de las razones de por qué no digo exactamente hacia donde vamos... Ya sea que pasemos y que volvamos a salir de la selva, que dejemos nuestros huesos para pudrirse en ella, una cosa es indudable: la respuesta al enigma a la antigua Suramérica... y quizás el del mundo prehistórico... será encontrada cuando se hayan localizado esas antiguas ciudades y queden abiertas a la investigación científica. Porque las ciudades existen, de eso estoy seguro."

 Jack Fawcett y Raleigh Rimell
 
Los indios bacairís le acompañaron guiándole hasta el río Culiseu abajo. Allá al parecer encontraron otra aldea de indios Nafuquá, quienes le condujeron hasta una aldea de indios Kalapalo, con la promesa de que les daría algunos obsequios. Estos obsequios consistían en unos collares que llevaba en una caja y que les mostró. El indio que le servía de guía se llamaba Kabukuiri. Era de la tribu kalapalo y cuando llegó Fawcett donde los nafuquá, estaban allí de visita ofreciéndose a llevarlos a su aldea.

 Jack Fawcett

 Raleigh Rimell

Llegados a la aldea de los kalapalo se encontraron con que no había un alma. Todos los indios andaban de caza y se habían ido con toda la tribu a otro lugar donde tenían otras viviendas, una aldea de verano a orillas del Río Kuluene. Fawcett decidió ir a esta aldea de verano acompañado por el guía Kabukuiri para hablar con el gran jefe Cayado de los indios kalapalo".
Poco después, el Coronel Fawcett acompañado por Jack y Raleigh llegaban a la aldea y se informaron que más adelante, en el interior de la selva, hacia la dirección que él quería ir había indios realmente peligrosos. Entonces Fawcett empezó a querer economizar los presentes que llevaba consigo. Cuando vio que los kalapalo les recibían bien y no les amenazaban, decidió guardar los regalos para darlos a los indios más bravos y así apaciguarlos. Esto como que no le sentó muy bien  a su guía, al que había prometido que le daría un puñado de collares de los que llevaba.

 Sierra de Roncador

Quienes los vieron con vida por última vez los ubicaron el plena selva en un punto entre dos ríos, el Xingú y Das Mortes, con un muy apropiado nombre. Al poco tiempo los rotativos de todo el mundo anunciaron la desaparición de la expedición liderada por el coronel Fawcett. A partir de entonces comenzaron las expediciones de rescate y el misterio comenzó y de que manera.



Para muchos, los tres aventureros fueron asesinados por su guía. Otros decían que Fawcett y su hijo se encontraban entre una tribu de indios salvajes que los tenía como ídolos y que estaban vivos, actuando como los reyes de la tribu. De hecho, una india nafaquá que iba acompañada por un indio kalapalo contó a una expedición que durante muchos años, hombres blancos convivieron con la tribu Aruvudu. Ella vio a tres hombres blancos que bajaron por el Río Kuluene. Uno era anciano, alto, de ojos azules, barbudo, calvo. Otro más joven, hijo de él y otro blanco de mayor edad. Hacía un año aún estaban sanos y salvos entre los indios aruvudus. El viejo era ahora el jefe de la tribu y el hijo se casó con la hija de otro jefe llamado Jernata. La pareja tuvo un hijo varón, pequeñito, de ojos azules y cabello color maíz. Eran muy estimados por la tribu. Al ser cuestionada de por qué no escapaban, dijo que no tenían balas para sus armas y estaban rodeados de feroces tribus suyás y kayapós.



Como veréis hay versiones para todos los gustos, ¿quién puede saber la verdadera? Sinceramente creo que es mejor así. Prefiero pensar que Fawcett encontró esa fantástica ciudad y junto sus acompañantes pasaron el resto de sus vidas aprendiendo de una desarrollada civilización. Este sería un final más divertido y misterioso para esta historia digna de una gran película. Que tiempos aquellos para la arqueología y para los descubrimientos. Realmente algunos de los protagonistas de estas “locas” aventuras estaban hechos de otra pasta.


El Octavo Pasajero.






viernes, 13 de mayo de 2011

Ted Bundy. El "American Psycho"





"...Nosotros los asesinos en serie somos sus hijos, somos sus esposos, estamos en todas partes.
Y habrá más de sus niños muertos mañana."





Ted Bundy



Estas aterradoras palabras salieron de la atormentada mente de Ted Bundy, el solo leerlas da escalofríos. Uno de los más terribles asesinos seriales que ha dado la crónica negra del ser humano en el pasado siglo XX. 


En cuantiosas ocasiones, los psicokillers son el fruto de grandes traumas infantiles, entre ellos los malos tratos y los abusos sexuales. Pero en otras, las menos, las causas no son tan claras y evidentes. En nuestro caso de hoy, es de suponer que la predisposición era grande desde el mismo nacimiento y que solo era necesaria una pequeña chispa para provocar un incendio de grandes proporciones. Así que pasemos inmediatamente a la historia del verdadero “American Psycho”.


Theodore Robert Cowell nace el 24 de Noviembre de 1946 en la localidad Burlington, Vermont, su madre fue Louise Cowell y su padre un veterano de las fuerzas aéreas cuya identidad permaneció en el anonimato para Bundy durante toda su vida. Tras su nacimiento, Louise se va a vivir con sus padres haciéndole creer al niño que sus abuelos eran sus padres y que su madre biológica era su hermana mayor. La conservadora sociedad americana era realmente dura con las madres solteras.  Con los años, Bundy se enteró del engaño, pero fue imposible evaluar de que manera le pudo llegar a afectar la noticia.


La infancia de Bundy fue en mayor o menor medida normal si la comparamos con la de otros psicokillers.  Tenía que soportar toda clase de bromas en su escuela, donde si bien no era un brillante alumno, sacó adelante sus estudios sin mayores problemas.


Pero el joven Bundy era incapaz de relacionarse con los demás. No sentía la necesidad de cualquier persona por tener amigos con los que compartir juegos y vivencias. Por alguna razón no le interesaba tener vínculos de amistad con otras personas.


En el instituto, Bundy se convirtió en un sujeto dinámico y popular. Sus calificaciones eran realmente buenas y todo iba más o menos bien. Aunque no salía mucho con chicas, se le consideraba en su entorno estudiantil como un sujeto atractivo y de excelentes modales.


Parece ser que en esta época comienza a realizar pequeños robos en tiendas, alguna que otra pequeña estafa y algún acto de voyerismo. Un cambio muy acelerado se estaba produciendo en Ted. De la timidez a la seguridad en sí mismo. Se había convertido en una persona de carácter dominante, con liderazgo. Pero a su vez, los pequeños actos delictivos iban evolucionando, subían de nivel cualitativo. Robos y allanamientos de morada pasaron al catálogo delictivo de nuestro amigo Teddy.


Sus estudios universitarios los cursó en la Universidad de Washington, con un más que aceptable resultado. Laboralmente, tuvo algún que otro empleo de bajo nivel en los que duró más bien poco. La verdad que por uno u otro motivo como que sus jefes no se fiaban mucho de él. Muy bien que hacían desde luego.


En la primavera de 1967 entabla una relación amorosa que cambiaría su vida entera. La muchacha era el sueño hecho realidad que Bundy había imaginado toda su vida. La muchacha era inteligente, hermosa, sofisticada y de buena familia. Vamos, en definitiva  lo que se dice un partidazo de mujer. Pero aunque la muchacha lo amaba, no era este amor de la misma intensidad que el de él hacia ella. En 1969, año en que obtiene la graduación la relación se rompe. Veía enormes huecos en la personalidad de Bundy, principalmente la falta de dirección y objetivos claros en su vida. La chica buscaba otra cosa, algo de un nivel más elevado. Ted nunca se recuperaría de la ruptura, aquella muchacha se convirtió en una obsesión.


Tras recuperarse anímicamente de la ruptura, Bundy se volvió a matricular en la universidad. Paradójicamente fue psicología la carrera que eligió y para colmo era hasta un alumno brillante. Cualquiera lo diría viendo sus actos posteriores.


En esta época inicia una relación con Meg Anders que duraría aproximadamente unos cinco años. Bundy era muy participativo en actividades comunitarias y hasta recibió una condecoración de la policía de Seattle por salvar a un pequeño de tres años de morir ahogado. Si en el fondo no era malo del todo el pobre hombre.



Ted Bundy junto a Meg Anders
 
Comenzó a relacionarse con figuras importantes del partido republicano. Y es en un viaje de trabajo a California en 1973, cuando la casualidad provoca un reencuentro con su antigua novia. Al verlo, la chica quedó impresionada por el enorme cambio producido en Bundy. Viendo el panorama y en los niveles en que se movía Ted, la chica no tardó en sacar el tema del matrimonio en los encuentros amorosos que ambos sostuvieron. Ted asentía y mientras la chica se enamoraba perdidamente de él. Pero repentinamente, en lo mejor de la relación la dejó con un palmo de narices. Llevaba soñando mucho tiempo con ese día y al fin lo había conseguido. En Febrero de 1974 se consuma la venganza y da comienzo la terrible carrera criminal. La mayoría de las víctimas de Bundy serían mujeres jóvenes, atractivas, blancas, de cabello negro lacio y peinado con la raya en el centro. En el fondo quería seguir vengándose de ella una y otra vez.


El 4 de Enero de 1974, Bundy irrumpe en el cuarto de Joni Lenz de 18 años estudiante universitaria. Joni fue golpeada brutalmente con una palanca metálica y agredida sexualmente con una pieza de la cama. Al día siguiente la mujer es encontrada por sus compañeras en un charco sangre. Sobrevive pero con daño cerebral irreversible. 

La siguiente en engrosar la lista fue Lynda Ann Healy , de 21 años de edad, estudiante de psicología en la Universidad de Washington. El 31 de Enero de 1974 Bundy logró colarse a su dormitorio para golpearla hasta dejarla inconsciente. Sus restos decapitados fueron hallados un año después en unas montañas cercanas. 


Durante la primavera y el verano de ese año, siguieron desapareciendo chicas jóvenes de similares características físicas. El 14 de julio, otra universitaria llamada Janice Ott dejó una nota a su compañera de cuarto diciendo que se iba a dar una vuelta en bicicleta por el parque. Bundy la secuestró en plena calle, en las narices de los viandantes y sin levantar la más mínima sospecha.

Había sido demasiado fácil, así que regresó y tomó otra víctima, Denise Naslund. En Agosto de 1974 fueron hallados los restos de las dos muchachas desaparecidas en el parque del lago Sammamish. Supongo que os estáis ya haciendo una leve idea de ante quien estamos.


Mientras aumentaba el número de desapariciones y cuerpos hallados, la policía comenzó la investigación. Los testimonios apuntaban hacia un hombre joven y cuyo modus operandi era solicitar la ayuda de jovencitas que veía pasar. Su dramatización era la de parecer en apuros cargado de libros, con un brazo enyesado o en cabestrillo. Otras veces también se le vio en problemas para echar a andar su viejo Volkswagen.


Wolkswagen de Ted Bundy

Bundy modificaba constantemente su imagen. Cambiaba de peinado, se afeitaba o se dejaba crecer la barba. Sus rasgos físicos lo hacían un hombre bien parecido, no llamaba la atención y por su aspecto era difícil sospechar de él y seguirle la pista.


Como el movimiento en la policía era algo más que evidente, decidió mudarse a otro estado para continuar con su carrera criminal. Los ciudadanos de Utah fueron los desafortunados a los que les tocó la visita de Bundy. Para empezar con buen pie se despachó a la hija de un sheriff local, Melissa Smith el 18 de Octubre de 1974. Días después le tocó el turno a Laura Aimee, cuyo cuerpo fue localizado en las montañas Wasatch. El cuerpo mostraba huellas de haber sido golpeado en la cabeza con la clásica palanca de metal, había sido violado y sodomizado. Tras el análisis del modus operandi la policía de Utah contactó con los oficiales de Washington. Junto a estos estuvieron acumulando datos hasta publicar un retrato robot con la probable apariencia del asesino.


Gracias al retrato, una amiga cercana de Meg Anders, la novia de Ted, identifica al probable asesino como Ted Bundy. Anders estaba convencida de que su novio podía ser el asesino. Demasiadas cosas apuntaban hacia él. El parecido de Ted con el retrato robot de la policía era más que evidente. Conducía una Volkswagen sedan como el asesino, y había visto en su apartamento muletas y cabestrillos a pesar de que él nunca se había lesionado para ello. De modo que no dudo en ponerse en contacto con la policía de forma anónima. Les sugirió que su novio podría tener algo que ver en las muertes y a pesar de que facilitó fotos recientes de Bundy a la policía, los testigos fallaron a la hora de la identificación. La policía desechó esa vía para centrarse en otras pistas. Y la atención hacia Ted Bundy se disipó hasta algunos años después. 

Mientras, el asesino se confiaba más y más en su estrategia de moverse de un estado a otro para evitar que la policía descubriera alguno de sus patrones. Sus intentos eran cada vez mas arriesgados. Se estaba descuidando hasta el grado de que las victimas no caían tan fácil. Algunas de ella se convertirían en útiles testigos más tarde.


El 8 de Noviembre de 1974 el caso dio un giro de 180 grados cuando a Bundy se le escapa con vida Carol DaRonch. Bundy estaba en una tienda de libros buscando un nuevo trofeo de caza. Eligió como víctima a una chica de 18 años y se hizo pasar por un oficial de la policía de apellido Roseland. Se acercó a ella y le comunicó que alguien había intentado robarle el automóvil. Utilizando todo su poder de persuasión logró hacerla subir a su coche. Al poco comenzó el forcejeo entre ambos. Al tratar de esposarla falló, y ella en plena lucha por la supervivencia saltó del coche en marcha cayendo a la carretera. Mientras intentaba recuperarse del impacto, Bundy se abalanzó sobre ella para terminar los que había empezado. Pero la chica en un alarde de reflejos repelió el ataque dándole una fuerte patada en los genitales. Esto le proporcionó unos preciosos instantes para poder escapar y salvar su vida. Por suerte para Carol, una pareja que pasaba por el lugar se dio cuenta de la situación y logró que la chica subiera a su vehículo. Inmediatamente la trasladaron a la comisaría de policía en plena crisis nerviosa. No es para menos.


 
Pero ese no fue el único intento que Bundy efectuaría ese día. Su sed de matar parecía insaciable. Debby Kent halló la muerte a manos de Ted Bundy esa misma noche. La muchacha había quedado con su hermano para volver a casa pero jamás llegaría al lugar de la cita. La única pista encontrada fue una pequeña llave de esposas que concordaba a la perfección con las esposas usadas en el intento de secuestro de la señorita DaRonch. El círculo sobre Bundy se cerraba cada vez más. El 16 de Agosto de 1975 el VW sedán de Bundy es localizado y relacionado con el secuestro de DaRonch. Los indicios contra Bundy eran ya inobjetables, en las primeras inspecciones fueron halladas la palanca de metal (arma predilecta del Bundy), esposas, cinta y otros objetos que hicieron sospechar inmediatamente del detenido. La policía supo que tenía en su poder al sujeto indicado y comenzó la investigación a gran escala del hombre que ahora sabían era Theodore Robert Bundy.


En el otoño de 1975 la policía profundiza en la vida de Bundy mediante las declaraciones de Elizabeth Kendall, una de sus ex parejas. Esta declaró a los investigadores que los días en los que se produjeron los asesinatos no podía determinar donde había estado su novio. En cuanto a la vida sexual de la pareja, Kendall narró que Bundy tendía al sadomasoquismo y cuando ella decidió no participar más de ello, perdió mucho interés hacia ella.


El 23 de Febrero de 1976 comienza el juicio contra Ted Bundy por secuestro. El acusado llegó a la sala confiado, pensando que no había suficientes evidencias en su contra. No podía imaginar el efecto que tuvo la declaración de Carol DaRonch, a quien el fiscal pidió que señalara a su agresor. Sin dudarlo un segundo señaló directamente a Bundy en un momento de tensión terrible. El acusado fue sentenciado el 30 de Junio a una cadena de 15 años con posibilidad de libertad condicional. 




Una vez en prisión se le efectuaron las pruebas psicológicas que el juez había ordenado. Los doctores dictaminaron que Bundy ni estaba psicótico, sexualmente desviado, ni dependiente de drogas y alcohol o que sufriera de algún daño cerebral. Pero si tenía una fuerte dependencia a las mujeres y tenía un gran temor de ser humillado en sus relaciones con ellas.

En Abril de 1977, Bundy es trasladado a la cárcel del condado de Garfield para encarar un nuevo proceso. Durante los preparativos del juicio Bundy decide defenderse asimismo y despide a sus abogados. Se le permitió visitar la biblioteca de la corte de Aspen para preparar la defensa. Nadie imaginaba que su verdadera estrategia era intentar escapar. Bundy logra escapar por una ventana y fueron varios días los que logró eludir a la policía


De ahí en adelante para visitar la biblioteca de la corte se le impuso ir encadenado. Pero aunque parezca imposible, el 30 de Diciembre consiguió trepar hasta el techo de una de las dependencias y de ahí lograr acceder al aseo de un despacho adjunto. Nadie se dio cuenta de la ausencia de Bundy hasta la mañana siguiente, 15 horas después de los hechos. Para ese momento ya se encontraba rumbo a Florida. Para Enero de 1978 ya estaba instalado en un apartamento en Tallahassee, cerca de la Universidad Estatal de Florida. Le gustaba pasear por el campus, donde inclusive entraba a algunas clases como si fuera un alumno más. Todo marchaba de maravilla excepto por el hecho de que deseaba compañía y claro, saciar sus impulsos homicidas.


El 14 de Enero, el edificio de la fraternidad Chi Omega estaba semivacío. A las 3 de la madrugada, la estudiante Nita Neary notó que la puerta estaba abierta. Al entrar al edificio escuchó actividad y las pisadas de alguien corriendo en el piso superior. Aterrada no pudo hacer más que esconderse cuando vio salir del edificio a un hombre con una gorra color azul. En un  principio pensó que se trataba de un ladrón y fue rápidamente a buscar a su compañera de habitación. Acompañada por esta, no tardó en toparse con otra compañera llamada Karen. Esta se tambaleaba por el pasillo herida y la cabeza cubierta de sangre. Aquella noche Bundy efectuó uno de sus ataques más terribles. La policía encontró el cadáver de Lisa Levy a quien había golpeado en la cabeza, violado, mordido en el pecho e introducido en su vagina una lata de spray para pelo. A la postre, el brutal ataque a Lisa Levy resultaría de crucial importancia en el destino de Bundy. Margaret Bowman falleció por estrangulamiento, igualmente atacada mientras dormía. Pero los impactos en la cabeza fueron tan brutales que parte de la masa encefálica estaba expuesta cuando fue hallado el cuerpo. Las demás victimas no pudieron aportar ningún dato sobre el atacante, únicamente la señorita Neary fue capaz de proporcionar algo. Pero Bundy no había terminado aún su noche ni mucho menos, no lejos de la fraternidad atacaría a una chica más, pero la intervención de los vecinos hizo que Bundy huyera dejando  la chica semiinconsciente tras la paliza recibida. La policía pudo recabar bastantes evidencias, cabellos, semen y muestras de sangre. Pero la realidad era que el criminal les era desconocido. En el estado de Florida no sabían nada de Ted Bundy. 

 

La última víctima de Ted Bundy fue Kimberly Leach que fue secuestrada el 9 de Febrero de 1978 en Lake City. El único testigo del acontecimiento fue una amiga suya de nombre Priscila. Esta la vio subirse a una camioneta, pero no pudo aportar mayores datos del color o modelo. El cuerpo de la chica fue hallado ocho semanas mas tarde en Florida. Días antes del secuestro de Kimberly Leach un extraño en una camioneta color blanco se acercó a una estudiante de 14 años, la chica estaba a la espera de su hermano que había quedado para recogerla. La chica, hija de un detective de la policía, se sintió incomoda ante la insistencia de Bundy. Afortunadamente el hermano llegó justo a tiempo. Extrañado por el sujeto, el joven, con instintos policiacos, apuntó la matrícula y se las llevó a su padre. Este decidió investigar y descubrió que las placas eran robadas. Inmediatamente mostró a sus hijos unas fotografías en la comisaría y al sujeto que identifican es Ted Bundy. 



Al poco tiempo Bundy robó un automóvil, otro VW sedán, se nota que le gustaba el modelo al muchacho. Pero fue localizado y detenido el 15 de Febrero de 1978. Una vez en manos de la policía, los acontecimientos comenzaron a precipitarse. Las pistas relacionaban a Bundy con los brutales asesinatos.


El proceso se presentaba como el juicio de la década. Bundy decidió renunciar a un abogado y optó por defenderse el mismo. El testimonio que resquebrajó su defensa fue aportado por un odontólogo, el Dr. Souviron, que mostró una serie de fotografías del mordisco en el pecho de la señorita Levy y como las marcas de la dentadura correspondían a la perfección con los dientes de Bundy. De ese modo unas fotografías ligaron a Bundy con los asesinatos de la fraternidad.


Tras siete horas de deliberación, Bundy fue declarado culpable. Veredicto que escuchó con la más absoluta frialdad y despreocupación.


El 7 de Enero de 1980 dio comienzo el juicio por la muerte de Kimberly Leach, en Orlando, Florida. Esta vez Bundy decide no defenderse asimismo. La estrategia a seguir fue buscar la incapacidad mental. El jurado no dio crédito en ningún momento a este argumento. Bundy perdía cada vez mas el control, su frialdad le estaba abandonando, empezaba a vislumbrarse su final.


La batalla legal continuó hasta 1986 tras varias apelaciones a la pena de muerte que pesaba sobre él. La ejecución se programó para Marzo de 1986 y la última prórroga fue denegada por la Corte Suprema de Justicia el 17 de Enero de 1989.


Cuando el destino de Bundy inexorablemente se dirigía hacia la silla eléctrica, este decidió confesar el resto de crímenes al Dr. Bob Keppel, con el que había colaborado para ayudar en la detención de un serial killer llamado “The Green River Killer”, lo que son las cosas. En estos encuentros Bundy confesó que conservó por algún tiempo en su casa, las cabezas de algunas de sus victimas como trofeos. Con alguna de ellas practicó la necrofilia. La conducta de Bundy fue catalogada como de extrema perversión y compulsión necrófila. Los investigadores estimaron que el número de víctimas podría fácilmente rondar las cien mujeres, muy lejos de las cifras oficiales que se quedaban en treinta y seis. Realmente terrorífico.

El 24 de Enero de 1989 hubo que sacar a Bundy de su celda por la fuerza. Esta vez era él al que le tocaba padecer el miedo y el olor de la muerte. A las siete y cuatro minutos de la mañana, Theodore Robert Bundy fue ejecutado en la silla eléctrica. En el exterior de la penitenciaría el público se agolpaba. Tras la ejecución, los aplausos, los vítores e incluso fuegos artificiales fueron la banda sonora del final de este brutal asesino. La pesadilla había finalizado.

 Cuerpo sin vida de Ted Bundy

 El Octavo Pasajero