Un investigador del Ames Research Center,
de la NASA, acaba de aumentar de un solo golpe la lista de
posibilidades de habitabilidad de planetas, satélites naturales y otros
cuerpos rocosos tanto dentro como fuera de nuestro Sistema Solar. En un
artículo que publica esta semana Proceedings of the National Accademy of Sciences (PNAS),
Christopher McKay analiza, en efecto, cuáles son las condiciones que
realmente permiten la vida. Y el resultado es que podríamos estar
descartando un gran número de planetas como posibles candidatos. Toda una hoja de ruta para futuras investigaciones.
Según McKay, numerosos estudios llevados a cabo en la Tierra han demostrado con creces que la vida logra perpetuarse
incluso en ambientes donde se consideraba imposible. Por lo tanto,
parece lógico que también las "condiciones" que hacen posible la vida en
otros planetas deban ser revisadas y seguramente ampliadas. De hecho,
no todas las formas de vida tienen las mismas necesidades, y un buen
número de las criaturas que vemos a nuestro alrededor logran sobrevivir,
e incluso prosperar, en condiciones realmente extremas.
Algunas clases de microorganismos, por ejemplo, consiguen vivir en ambientes en los que reinan temperaturas extremas,
tanto por debajo del punto de congelación del agua como por encima del
de ebullición. Por lo tanto, para McKay no tiene demasiado sentido
descartar un planeta solo porque esté demasiado caliente, o demasiado
frío.
Además, no todas las formas de vida necesitan tanta agua
como creíamos. Algunas algas, por ejemplo, consiguen sobrevivir en el
interior de rocas sólidas, donde la cantidad de agua disponible es casi
insignificante. Y no muy diferente, por cierto, a la cantidad de agua
que permanece atrapada en las rocas lunares.
De la misma forma, también la necesidad de luz o de
cualquier otra fuente de energía por parte de los seres vivos podría
haber sido sobrevalorada. Se han encontrado, por ejemplo, criaturas
oceánicas que viven a profundidades mucho mayores de las que pueden
alcanzar los rayos del Sol. Lo cual podría significar que otro buen
número de planetas han sido eliminados erróneamente de la lista de candidatos a albergar vida simplemente
porque estaban demasiado lejos de su estrella. Nadie lo sabe con
certeza, pero quizá sería bueno volver a incluir a muchos de ellos en
nuestra lista de "posibles".
Está, también, el problema de la radiación, que no permite
que la vida se desarrolle por encima de unas dosis concretas. ¿O sí?
¿Qué hay, por ejemplo, de todos esos microbios que se han encontrado
viviendo tranquilamente en el interior de reactores nucleares? Quizá
deberíamos reconsiderar también este punto a la hora de excluir
candidatos planetarios a la ligera.
Por último, la mayoría de las criaturas que conocemos
necesitan consumir grandes cantidades de oxígeno para sobrevivir, y eso,
oxígeno, es lo que buscamos también en otros mundos para incluirlos en
nuestras listas de "potencialmente habitables". Sin embargo, una vez
más, y de nuevo sin necesidad de salir de la Tierra, muchas
investigaciones han demostrado que el oxígeno no siempre es tan
necesario y que en ocasiones, incluso, puede resultar letal para
determinadas formas de vida, como le sucede a un tipo de bacteria que
vive en el fango y para la cual, el elemento indispensable, es el
nitrógeno. Quizá eso debería sugerirnos nuevas pistas.
Vida en lugares imposibles
En resumen, lo que McKay ha hecho en su trabajo es señalar
que deberíamos ser mucho más cuidadosos a la hora de descartar mundos en
nuestra búsqueda de vida más allá de la Tierra. Y especialmente ahora,
cuando el aumento de la tecnología disponible nos está demostrando que
la vida es capaz de existir prácticamente en cualquier lugar, incluso en
aquellos en los que nunca habríamos imaginado que fuera posible.
Otros estudios recientes también apuntan en la misma
dirección. Investigadores de la Universidad de Aberdeen, por ejemplo,
publicaron el pasado enero un estudio en
Planetary and Space Science en el que demostraban que planetas rocosos
previamente considerados como inhabitables podían, de hecho, albergar
vida subterránea, incluso si se encontraban hasta diez veces más lejos
de sus estrellas de lo que se conoce como "zona de habitabilidad".
Este equipo, en efecto, cuestionó que la vida, como se
piensa ahora de forma mayoritaria, solo pueda darse en mundos a la
distancia justa de su estrella como para permitir la existencia de agua
en estado líquido. "Esta teoría -afirma Sean McMahon, uno de los
investigadores- falla porque no tiene en cuenta que la vida también
puede prosperar bajo la superficie de un planeta. A medida que
profundizas bajo la superficie, en efecto, la temperatura se incrementa y
alcanza la necesaria para que tengamos agua líquida, y por lo tanto
posibilidad de vida".
Por su parte, otro equipo de investigadores de la
Universidad de Texas, ha elaborado un Indice de Complejidad Biológica
(BCI), diseñado especialmente para hacer una estimación de la
probabilidad de que vida orgánica compleja surja en otros mundos. El
resultado es abrumador. Según los cálculos, en efecto, sólo en la Vía Láctea podría haber más de cien millones de planetas con vida compleja. Y nuestra galaxia es solo una entre los billones de galaxias que existen en el Universo.